Miles de israelíes se manifestaron en Jerusalén y pidieron la renuncia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, en una nueva edición de las protestas semanales que se suceden desde hace seis meses y que coinciden con una crisis interna del Gobierno que podría disolverse en las próximas semanas.
Tras algunas semanas con poca participación, las organizaciones que lideran las manifestaciones optaron por nuclearse en Jerusalén y lograron así aumentar la participación.
A causa de esto, fueron miles los que llegaron a la Ciudad Santa desde distintas partes del país, el mayor número en varias semanas, y se concentraron en las inmediaciones de la residencia de Netanyahu, en el barrio de Rehavia.
Lo hicieron, como siempre, con enormes banderas israelíes, instrumentos musicales e incontables carteles con mensajes contra el mandatario.
Los manifestantes, que en sus comienzos salieron a las calles para protestar por la gestión gubernamental de la pandemia y pedir la renuncia de Netanyahu por el juicio por corrupción en su contra, se quejaron también de que Israel pueda ir nuevamente a elecciones, por cuarta vez en dos años.
Esta semana la Knéset (Parlamento) aprobó, en lectura preliminar, una moción para su disolución, en el marco de una disputa entre el primer ministro y su socio de coalición, el líder centrista Benny Gantz.
Se prevé que las tres lecturas restantes tengan lugar en las próximas semanas, aunque dependerá de cómo evolucione el conflicto entre ambos líderes.
Este gira en torno a la aprobación del presupuesto del Estado, una cuestión fundamental para el acuerdo de rotación que firmaron en mayo de este año, por el que está previsto que Gantz se convierta en primer ministro a fines de 2021 y que, según muchos analistas, Netanyahu no pretende cumplir.