La batalla por la herencia de Alberto Sordi parece una de sus películas

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Dieciséis años exactos después de la muerte del maestro de la comedia italiana Alberto Sordi, su herencia continúa batallándose en los tribunales. Este jueves, una jueza del Tribunal de Roma decidió absolver a nueve colaboradores del cineasta romano que estaban acusados de haber intentado apropiarse mediante algún tipo de embuste de la fortuna -estimada en 40 millones de euros, sin contar los derechos de autor- que Sordi dejó a su hermana Aurelia, que falleció en 2014.

La intrincada historia del legado del actor y director italiano, que falleció en su casa de Roma a los 82 años, gira en torno a la figura de Arturo Artadi, que durante años fue su chófer y tras su muerte se convirtió en el hombre de referencia en la mítica villa romana de Sordi de la vía Druso y en asesor permanente de la anciana hermana del aclamado cineasta. Según el fiscal del caso, Artadi es un hombre “capaz de traicionar la confianza que se le otorgó desde joven y de idear un modo para alcanzar sus objetivos ocultándolos bajo una aparente imagen de legalidad”. Era el principal acusado de urdir el presunto plan para quedarse con la fortuna del actor. Según la acusación, para ello se sirvió de varios colaboradores: un notario y unos cuantos abogados que también trabajaban para Sordi. El fiscal los acusaba de haber recibido un sospechoso regalo de 2 millones y medio de euros de Aurelia, antes de que esta firmase un poder para ceder a Artadi la gestión de su patrimonio y pedía para todos penas de entre 2 y 4 años de cárcel. La jueza ha considerado que la anciana, en pleno uso de sus facultades, decidió entregarles la suma por su propia voluntad.

Además, a la contienda por la herencia se sumaron más tarde 37 parientes del mítico cineasta romano, que no tuvo hijos. Los familiares lejanos de todo tipo, fundamentalmente primos de tercer, cuarto y hasta quinto grado que comparten apellido, se constituyeron como parte en el proceso judicial e impugnaron el testamento de Aurelia, que dejó todo su legado a la Fundación Alberto Sordi, que se ocupa con diversos proyectos para tutelar los derechos de los ancianos, para apoyar a los actores emergentes y para mantener vivo el recuerdo del artista. Los familiares han anunciado su intención de continuar la pugna por la vía civil.

La historia, que tiene todos los elementos para convertirse en la trama de una de las fantásticas películas del legendario Albertone: dos hermanos que mueren dejando una inmensa fortuna, diez trabajadores de la familia y 37 parientes lejanos nunca antes vistos luchando entre ellos por el patrimonio, lanzándose acusaciones en los tribunales, roza también la tragedia.

El grupo de familiares impugnó el testamento por primera vez, hace cuatro años, alegando que la hermana del actor no era consciente de sus actos cuando lo escribió. En ese momento, una colaboradora cercana del cineasta, Paola Comin, contó al Corriere della Sera que en los años setenta se presentó un supuesto pariente de Sordi en el rodaje de El enfermo imaginario y que el actor se prestó a sacarse una foto con él. Pero más tarde pidió a los asistentes de grabación que no dejaran pasar a nadie más. “Ni tengo ni conozco parientes”, cuenta que dijo el rey de la comedia.

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