¿Qué pasó con el informe de Deloitte?

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Ángel Acebes, expresidente del comité de auditoría de BFA, accionista de Bankia, puso ayer el dedo en la llaga. Durante la instrucción, Ácebes y Francisco Celma, socio auditor de Deloitte, se contradijeron. Celma aseguró haber ido informando, desde octubre de 2011, sobre las dificultades crecientes para extender su informe de auditoría a BFA-Bankia y que no pudo hacer el borrador de informe de auditoría porque no recibió la información necesaria de la entidad ni podía realizar el informe de auditoría porque no le entregaron las cuentas formuladas y firmadas. Acebes, junto con otros consejeros, lo negó tajantemente. No obstante, el juez instructor, Fernando Andreu, no consideró pertinente convocar una diligencia de careo.

El exministro participó siete meses y cinco días, según recordó ayer, en BFA. Es decir: llegó después de la salida a bolsa de Bankia y, tras ser nombrado consejero en Iberdrola, dimitió en BFA. Eso fue el 24 de abril de 2012.

El exministro explicó que tras dejar BFA nunca contó con que Deloitte les dejaría sin informe de auditoría sobre las cuentas de 2011, como ocurrió el 30 de abril de 2012. Pero lo que no dice Acebes, que solo contestó a las preguntas de su abogado, es que Bankia nunca le entregó al auditor las cuentas firmadas para que pudiera hacer su informe. Si se las hubiera entregado, el auditor podía en todo caso emitir un informe con salvedades. Pero Rato y Acebes sostienen que no esperaban que Deloitte no hiciese ningún informe de auditoría pese a no haberle entregado las cuentas.

¿Qué ocurrió? Rato envía el 30 de marzo de 2012 al Banco de España el plan estratégico 2012-2015. El 3 de abril manda un informe complementario sobre la gestión de la diferencia entre el valor teórico contable (15,28 euros) que registran BFA en sus libros y el precio de salida a Bolsa (3,75 euros), y la devolución de una parte de las participaciones preferentes suscritas por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Y el 13 de abril actualiza con un escenario macroeconómico de mayor deterioro y repunte de la morosidad todo el plan, que implica la necesidad de inyectar capital.

Deloitte considera que BFA-Bankia está esperando la decisión del Banco de España sobre el plan antes de enviarle las cuentas de 2011 para que pueda emitir su informe de auditoría. Y el Banco de España asume que la aprobación del plan facilitará el informe de auditoría.

El 13 de abril de 2012, el Banco de España, de acuerdo con un informe del director Pedro González y el jefe de grupo de Bankia, José Antonio Gracia, eleva su informe a la comisión ejecutiva sobre el plan. Recomienda su aprobación. Pero he aquí que una de las razones para hacerlo es el auditor.

“BFA procedería a sanear su participación en Bankia hasta ajustarlo al nuevo valor teórico contable correspondiente: el saneamiento del deterioro se reduciría en 2.465 millones de euros (…). El saneamiento del deterioro sobre el valor teórico que presentaba la participación de BFA en Bankia y, por tanto, minimizar los argumentos del auditor para poner una salvedad en sus cuentas…”, según el informe del 13 de abril del Banco de España.

La aprobación del plan (reforzado por el informe complementario del 3 de abril sobre cómo gestionar la diferencia de valores en BFA) facilitaba, apunta el Banco de España, que Deloitte no pusiera salvedad en su informe de auditoría. Creían, pues, que si le entregaban la documentación pendiente y las cuentas, habría informe. Y que la aprobación del plan aventaría posibles salvedades sobre la viabilidad.

Pero la confianza mutua de Deloitte y del Banco de España en un desenlace favorable al plan de Rato tiene un talón de Aquiles. Y es que el ministro de Economía, Luis de Guindos, ya ha bajado el pulgar. La suerte de Rato y del proyecto de Bankia está echada.

¿Cuáles son las evidencias? La primera: el ministro ha iniciado una ronda de negociaciones con Rato (Bankia), Emilio Botín (Santander), Francisco González (BBVA) e Isidro Fainé (CaixaBank) el domingo 8 de abril de 2012 para encontrar una solución a Bankia. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, es excluido de ese primer encuentro en el despacho de De Guindos (y lo será también en los dos siguientes el 4 y 6 de mayo). La segunda, el 19 de abril, De Guindos pide en Washington a Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) que no espere al mes de junio y haga públicas las conclusiones preliminares de la misión sobre el sistema financiero español el mismo día que concluye su trabajo: el 25 de abril. Tercera evidencia: ese día 25 de abril el comunicado del FMI señala a Bankia como el problema. “Es fundamental -dice- que estos bancos [un grupo de diez entidades], especialmente el más grande, tomen medidas rápidas y decisivas…”, dice la nota que el Ministerio de Economía reproduce en Madrid en tiempo real y en idioma inglés, sin molestarse en traducirlo. “Especialmente el más grande”. Blanco y en botella. Eso es lo que interpretan los medios de comunicación y los mercados.

Aunque Rato, según ha declarado, está convencido de que Deloitte ha tenido información que le aconsejaba apartarse, todas las evidencias apuntadas le permitían a la empresa auditora considerar que su informe ya no serviría para salvar la situación, pero en todo caso no podía emitirlo sin que le entregasen las cuentas, según explicó su socio auditor en la instrucción. En cambio, no vaciló a la hora de apoyar la reformulación de las cuentas de 2011 unas semanas más tarde, después de que el nuevo equipo de Goirigolzarri le entregó la documentación que Deloitte le había solicitado y las cuentas formuladas y firmadas.

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