Kike Sarasola, el hombre de las 3.600 habitaciones

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En el despacho de Kike Sarasola hay dos fotos que presiden la estancia: un retrato de su padre con Felipe González y una suya con su marido, Carlos Marrero, y los dos hijos de la pareja, Aitana y Enrique. Ellos son el eje de su vida. El expresidente del Gobierno es una figura familiar para Kike Sarasola por la gran amistad que le unía a su fallecido padre, al que se le identificaba como el empresario del socialismo. Tal fue su unión que aquel 23 de febrero en que la democracia estuvo en peligro, Sarasola dio cobijo en su casa a la familia de Felipe González y a la de Enrique Múgica. Kike era el mayor de todos los chavales y le tocó ejercer de canguro.

Ahora Kike tiene 55 años y es un próspero empresario hotelero, presidente y fundador de Room Mate Group que tiene 25 hoteles operando y espera abrir 12 más en los próximos dos años, pasando de gestionar 1.800 habitaciones a 3.600. Durante el año pasado en sus establecimientos se hospedaron un millón de personas.

Todo este imperio surgió hace 15 años cuando charlando con su marido Carlos y su amigo Gorka soñaron cómo debía ser el hotel de sus sueños. Kike se pasaba por entonces 300 días al año fuera de casa. Con esfuerzo, poco a poco y buscando un inversor, nació Room Mate. El dinero que faltaba para poner en marcha esta empresa lo aportó Rosalía Mera, la primera esposa de Amancio Ortega, el dueño de Inditex. “Mandé nuestro proyecto a mucha gente y conseguí tomarme un café con ella un día que vino a Madrid. Le gustó y decidió apoyarnos”, recuerda Kike Sarasola, que ha heredado de su padre muchas cosas, entre ellas, su capacidad de convicción. Fallecida Rosalía Mera, su hija Sandra Ortega —la mujer más rica de España— mantiene una inversión del 30% en el grupo.

A Sandra Ortega no le gustan los medios de comunicación, huye de ellos. Kike Sarasola, en cambio, se mueve en ellos con destreza. “Mi ejemplo es Richard Branson, un maestro vendiendo sus negocios”, confiesa. “Él, como Steve Jobs, son personas que han conseguido que su nombre esté vinculado a sus empresas”.

Kike Sarasola habla abiertamente de su trabajo y de su vida. A los 18 años le contó a su padre que era gay y a continuación lo hizo a todo el mundo. Fue el primer jinete olímpico en hacer pública su condición sexual, en un ambiente como el deporte donde no son habituales estas declaraciones. “Yo nunca he tenido ningún problema. Mi secreto es ser como soy y decirlo claro”, cuenta. Es el método que también practica cuando habla de política. Su padre fue socialista, pero él está más próximo a Albert Rivera.

— ¿Cómo lleva su amigo Felipe González que usted esté apoyando a Ciudadanos?

— Le parece bien. Él es un hombre de Estado y eso es lo que se necesita ahora mismo. No creo que el mundo de la política sea como antes. Ahora se puede no ser solo de un partido.

Kike Sarasola es una de las personas que ha influido para que Ciudadanos apoye los vientres de alquiler. Incluso ha participado en algún acto contando su experiencia. El empresario es padre de dos niños y aunque a él le gustaría tener alguno más, su marido cree que la familia ya está completa. Llevan juntos más de 25 años. Su matrimonio fue toda una declaración. “No quiero ser un abanderado de nada, pero si con mi actitud ayudo, me alegro. Por eso cuando nos casamos lo hicimos público”. Fue un matrimonio oficiado en la Casa de la Panadería de Madrid por la entonces concejal socialista y luego ministra Trinidad Jiménez al que asistieron también Alberto Ruiz-Gallardón y José Bono. Sarasola tiene amigos en todos los lados. “Hubo mucha gente de la derecha a la que no invitamos porque pensábamos que se podían sentir incómodos que al enterarse se molestaron”. Aún así se ríe cuando se le pregunta qué se siente siendo uno de los gais más influyentes de España.

En la semana en la que las mujeres celebran el 8M, a Sarasola no le gusta que le pregunten cuántos de sus mil empleados lo son. “Me molesta siempre que me lo plantean. Yo contrato talento, siempre talento. Me da igual que sean hombres, mujeres o gais. Pero el otro día, por curiosidad, lo miramos y el 60% de las personas que trabajan en la empresa son mujeres”.

Kike Sarasola vive con una maleta en la mano viajando por el mundo visitando sus hoteles y planeando nuevas aperturas. El más reciente está en París. El siguiente paso en la evolución de su empresa es apostar por establecimientos de lujo. Ya tiene el primero en Roma. “Yo lo que quiero es que cuando alguien llegue a uno de nuestro hoteles diga: guau. Quiero sorprender”. A ese propósito ha añadido otro: convertir su empresa en un modelo de desarrollo sostenible en colaboración con Ecoalf.

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