Huawei se ha fijado el objetivo de romper el cordón sanitario que la Administración de Donald Trump quiere imponerle en todo el mundo. En pleno debate sobre los riesgos que pueden entrañar sus equipos, el gigante chino de telecomunicaciones sigue desplegando sus armas para seducir a los Gobiernos europeos con la apertura de un centro de ciberseguridad en Bruselas en el que compañías y reguladores podrán poner a prueba las garantías de sus servicios. El gesto no ha disipado todas las reticencias de Bruselas, que le expresó sus “preocupaciones legítimas de seguridad”.
La estrategia de Huawei es distinta a uno y otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, la compañía prepara una demanda contra la Administración norteamericana, que decidió prohibir la compra de sus equipos a sus agencias públicas, según publicaba este martes Financial Times. El Gobierno de Trump acusa a China de exigir a sus tecnológicas que creen puertas traseras (backdoors, en la jerga), una secuencia que podría permitir el espionaje de los dispositivos. Estados Unidos ha llamado a todo el mundo a seguir sus pasos, lo cual han hecho países como Japón o Australia.
La Comisión Europea también vertió esas acusaciones sobre Pekín el pasado mes de diciembre. El mismo argumento usó el vicepresidente del Ejecutivo comunitario Andrus Ansip para advertir de que la UE debe “estar preocupada” y “tener miedo” de las compañías chinas, incluida Huawei. En Europa, sin embargo, el mayor fabricante mundial de equipos está tratando de ganarse a las instituciones para no ser vetado en el apetitoso desarrollo de las redes 5G. Y este martes abrió las puertas de su tercer centro europeo de ciberseguridad a escasos metros de las instituciones comunitarias.
Centro estratégico
La decisión de crear un nuevo centro abierto a clientes y reguladores en el corazón de Europa se tomó antes de que estallara toda esa tormenta. Pero los tiempos han jugado a favor de Huawei. “Considerando los acontecimientos de los últimos meses, está claro que esta instalación es más clave que nunca”, admitió Ken Hu, presidente rotativo de Huawei. La compañía prosiguió con la ofensiva que arrancó hace apenas dos semanas en el Mobile World Congress de Barcelona para convencer a los Gobiernos del continente de que no supone ningún riesgo para su seguridad. Los mensajes se siguen resumiendo en que Huawei no está respaldada por capital estatal, que Pekín no le ha pedido que cree puertas traseras y que, en caso de hacerlo, se negaría.
Los países de la UE, entre ellos Reino Unido y Alemania, en los últimos meses han ido relajando su posición respecto a la participación de Huawei en el despliegue de la red 5G. Y aunque más conciliador, el tono de Bruselas sigue siendo frío y prudente. Ansip se reunió con Ken Hu a petición del empresario. Y, según un portavoz, le transmitió que la UE es un mercado abierto al que se puede acceder sin problemas si se cumplen sus normas. No obstante, también le trasladó las “preocupaciones legítimas de seguridad” que existen y “que deben afrontarse”.
Los países miembros son conscientes de que de la mano del líder mundial pueden acelerar la expansión de la red 5G. Sin embargo, algunos socios como Alemania y Francia siguen temiendo el coste que supondría que China tuviera control sobre las infraestructuras y empresas estratégicas de la UE. Y en un sector con una abrumadora presencia de gigantes estadounidenses y asiáticos, Bruselas teme sobre el uso que pueda hacerse de los datos de sus ciudadanos.
Pero para Huawei esos temores son rumores. Y por ello insistió en la campaña de redes sociales que ha puesto en marcha y que resume con el hashtag #huaweifacts [“hechos de Huawei”]. “La confianza debe basarse en hechos, los hechos deben ser verificables y la verificación debe basarse en estándares comunes”, sostuvo Hu. Europa, donde tiene una cuota de mercado del 35% en redes de última generación, es un paraguas demasiado grande en pleno chaparrón.