El nuevo orden mundial se basa en la destrucción de los valores cristianos

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Que los cristianos van camino a ser una minoría; que la crisis actual más que política y económica es de valores; que no deben existir Estados confesionales, pero falta una mayor defensa de los valores cristianos; que para superar la crisis hay que acabar con el aborto, la eutanasia, la ideología de género y las leyes LGBTI; que hay un marxismo cultural que es la moda dominante; y que en todos los procesos de paz la contrapartida son las armas por el poder.

Así, directas y volcadas hacia la derecha del espectro político, pero alejándose del extremo, son las tesis que defiende el exministro del Interior de España Jaime Mayor Oreja, un político del Partido Popular (PP) de la línea de José María Aznar que dirige organizaciones “pro vida” en las que convergen casi todos los sectores de la derecha europea y algunos latinoamericanos. Estas son One of Us, Fundación Valores y Sociedad y la Red Política por los Valores.

Ha combatido al grupo terrorista ETA, promueve marchas y foros multitudinarios contra el aborto, desde el Parlamento Europeo ha sido incisivo en lo que considera es la defensa del derecho a la vida, cree que el extremismo yihadista ataca a países del viejo continente porque ve a sus sociedades débiles y quiere destruirlas, y asegura que se identifica con las posturas de los expresidentes colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana. Habló con SEMANA.

-SEMANA: ¿Cuál es el origen de lo que usted llama crisis?

-Jaime Mayor Oreja: Todo lo que viene a continuación de la legalización y por ello legitimación del aborto como derecho, tanto como la ideología de género, los vientres de alquiler o la eutanasia, pues tiene su causa y origen en el momento en que el significado profundo de la vida se pierde.

-SEMANA: ¿Lo que ha llamado “ausencia de valores” nace al dar protección legal a estos temas?

-J. M. O.: Claro. Cuando se legaliza y se legitima el aborto, es decir cuando se pierde el significado profundo de la vida, llega un conjunto de falsos y nuevos derechos; supuestos nuevos derechos. Al final se está al servicio de la comodidad, en la que nos hemos instalado y, por ello, solo interesa inventarse nuevos derechos, aunque sean falsos. Y eso es exactamente lo que arranca desde los años 60 y 70 con aquél debate, singularmente en Francia y Estados Unidos, sobre la legalización del aborto. Es una especie de marxismo cultural que hoy, en nuestros ámbitos, constituye una moda dominante.

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-SEMANA: ¿Cuáles son los propósitos de las organizaciones “pro vida” que usted dirige?

-J. M. O.: La concienciación de que la crisis que vivimos está en la persona. Es una crisis de principios y valores. No es una crisis estrictamente económica y política. Lo que pretendemos es concienciar de la causa de la crisis, de la gravedad de la situación y de que hay un nuevo orden mundial que se fundamenta y se basa en la destrucción de los valores cristianos. Lo que tratamos es de explicar la profundidad y causa de la crisis, y cómo debemos afrontarla, fundamentalmente en un cambio de actitud personal.

«La crisis que vivimos está en la persona. Es una crisis de principios y valores. No es una crisis estrictamente económica y política».

-SEMANA: ¿Quién o quiénes están detrás de esa crisis?

-J. M. O.: El nuevo orden mundial es la moda actual dominante, que está fundamentada en la nada, en el relativismo; en la socialización de la nada. Ese nuevo orden mundial es fruto de sociedades muy cómodas, que fundamentalmente han dejado de creer. Ese orden mundial tiende a asentarse con más fuerza que nunca en Europa, aunque el mismo debate de valores que tenemos aquí se da en América.

-SEMANA: ¿Qué son “valores cristianos”?

-J. M. O.: Pues hay muchos. El cristianismo no es solo una religión, que también lo es; es fundamentalmente una civilización, y nuestra civilización y sociedad se han asentado en raíces cristianas, en valores cristianos, como la dignidad de la persona, la defensa de la familia, del matrimonio, el valor de la austeridad, del sacrificio y de la generosidad. Es decir, alejados de la indolencia o de la comodidad. Esos valores han presidido la fundación de la Unión Europea, que nace tras la tragedia de la guerra y de los totalitarismos del nacional-socialismo y del comunismo. Otra cosa es que la Unión Europea está hoy dominada por el relativismo, presidida en buena medida por la nada. Esto en términos de valores.

En la imagen, Jaime Mayor Oreja a la izquierda Álvaro Uribe Vélez, en la tumba de los reyes católicos en Granada (España).
-SEMANA: ¿Eso es lo que se está perdiendo?

-J. M. O.: Esto pasa en la vida cuando se dejan arrastrar por la comodidad, porque se presenta un plano inclinado que lleva a la nada. Curiosamente, buena parte de lo que ahora se defiende como algo dominante en Europa, se defendía como instrumento para acabar con las civilizaciones occidentales desde la Unión Soviética en 1917. Estamos hablando en términos culturales, no políticos. Es una crisis antropológica que sacude a nuestras sociedades.

-SEMANA: ¿Esto quiere decir que el aborto, el matrimonio igualitario y muchos otros temas como la eutanasia deberían acabarse para recuperar el rumbo?

-J. M. O.: Básicamente, sí. Esos son falsos nuevos derechos, pero todos al final se cimientan en la comodidad. ¿Es que ahora vamos a definir el sexo como queramos, vamos a definir el género, vamos a sustituir el sexo por el género y vamos a ser hombres o mujeres según lo que nos interese a cada uno de nosotros? Eso es lo que venden como supuestos nuevos tiempos, pero son expresiones de una crisis de extremo egoísmo.

-SEMANA: Sus críticos dicen que sus posturas son igual de radicales a las que expresan los radicales islamistas…

-J. M. O.: El problema que tenemos no es de interdismo (prohibicionismo). Es que el adversario nuestro ha sido el relativismo. No hay cosa peor que engañarse con el adversario que tenemos en cada tiempo. Hoy, en nuestra civilización, el adversario que tenemos es que lo relativizamos todo; todo es igual, no hay referencias permanentes. No sé si en una o dos décadas el adversario será el extremismo, o el interdismo, o el radicalismo, pero hoy no lo es.

-SEMANA: ¿Eso qué tiene que ver con que los comparen con los extremistas islamistas?

-J. M. O.: El islamismo tiene otro ciclo y es otra cultura. No tienen nada que ver. Es evidente que hay tanto terrorista yihadista en la Europa occidental porque nos ven débiles, sin valores, sin cohesión y sin creer en nada y los radicales extremistas islamistas nos atacan; no es por la radicalización del islamismo. Nos ven débiles y sin protección en el seno de nuestra sociedad.

«Es evidente que hay tanto terrorista yihadista en la Europa occidental porque nos ven débiles, sin valores, sin cohesión y sin creer en nada».

-SEMANA: ¿Cuál es el fin de atacar esta sociedad?

-J. M. O.: Destruirla. Su interés siempre ha sido destruirnos e invadirnos. El terrorismo yihadista es un deseo de aniquilar una civilización. Nos golpean ahora, y no antes, porque nos ven débiles. Hay una ecuación que se debe trazar: a más valores, menos yihadismo; y a menos valores, menos cohesión y menos principios, pues habrá más yihadismo. Es como la ecuación que tracé cuando combatí a ETA: a más España menos ETA, pero a menos España más ETA.

-SEMANA: ¿Cómo hay que defenderse?

-J. M. O.: Con más cohesión en el seno de nuestra sociedad. Lo que no puede ser es que el nuevo orden mundial tenga obsesión por erradicar los cimientos y valores cristianos en todos los ámbitos de nuestra vida. Nadie pretende que en Europa todos seamos cristianos, no. Lo que sí pretendemos es que aceptemos nuestras raíces cristianas y, al mismo tiempo, que no se persigan como pasa ahora. Lo que hay ahora es una brecha entre los que se llaman progresistas y los conservadores; es una brecha suicida. Creo que tienen que haber conservadores y progresistas, cristianos y no cristianos. Lo que no es posible es la obsesión persecutoria de todos los valores sobre los que se ha edificado nuestra civilización.

-SEMANA: ¿En todo esto el mismo cristianismo tiene algo de responsabilidad?

-J. M. O.: Seguro. Está la falta de autenticidad, la falta de ejemplo. Mucha parte de la crisis es por quienes dicen tener ciertos valores, pero que en la práctica no son coherentes. Lo que pasa es que la solución no es socializar la nada. Lo que hay que hacer es aceptar los valores y no abrazarse al nuevo orden mundial. Por muy dominante que sea nunca es solución entregarse al adversario, pareciendo alguien acomplejado. Una cosa es decir y aceptar que en esto tenemos responsabilidad quienes hemos defendido determinados valores, pero otra cosa es abrazar otra civilización que, además, va a fracasar. Y va a fracasar porque todos los valores que ellos defienden se asientan en la nada. Una sociedad no se puede asentar en la ideología de género, ni tampoco se puede aceptar en la potenciación de todas las leyes LGBTI, o de la eutanasia, o del aborto; eso son negaciones. Eso es cultura de muerte o de crisis.

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-SEMANA: Suena contradictorio defender la diversidad y también querer eliminar leyes como las relacionadas con el aborto…

-J. M. O.: Una cosa es que haya diversidad y otra es que se vulneren derechos absolutamente básicos como el de la vida. Es decir, la generalización del aborto no es un ejemplo de pluralidad, significa la destrucción del derecho a la vida. La legalización de la ideología de género es un disparate. No se pueden confundir nunca las reglas con las excepciones. Es que, por ejemplo, lo que ha pensado tradicionalmente la iglesia (católica) sobre el matrimonio o la eutanasia no se puede cambiar. El que la moda dominante sea otra cultura no quiere decir que nosotros tengamos que quedarnos callados. Hay una obsesión por destruir nuestras instituciones.

-SEMANA: Usted ha dicho que “hay que formar católicos en la vida pública”. ¿La iglesia católica debe tener un papel político más activo?

-J. M. O.: No hay que confundir la religión y la civilización. Un cristiano o católico tiene en el catolicismo o el cristianismo una religión, pero nadie quiere Estados confesionales; yo eso no lo quiero porque eso sí es de otra época. Lo que quiero es que no olvidemos nuestras raíces ni nuestros principios. Aunque claro que hay que educar en valores y debe haber universidades que se caractericen en esto. En el debate cultural hay que aceptar otras posturas, pero nuestra presencia también debe ser aceptada.

«Nadie plantea que la iglesia sea la protagonista del debate político, ni ella misma lo pretende. Ahora, la iglesia sí tiene que saber estar presente en todo este debate cultural».

-SEMANA: Eso no responde la pregunta…

-J. M. O.: Pues no. La iglesia está para lo que está, es una institución. Nadie plantea que la iglesia sea la protagonista del debate político, ni ella misma lo pretende. Ahora, la iglesia sí tiene que saber estar presente en todo este debate cultural. Pero en la defensa de los valores creo que los laicos tenemos la obligación de jugar un papel mucho más activo que la misma iglesia. Aunque los obispos son conscientes del debate que estamos viviendo.

-SEMANA: ¿Qué tanta acogida tiene su postura y, por supuesto, la de sus organizaciones?

-J. M. O.: Este mundo ha cambiado tanto que está todo por hacer. Ese nuevo orden mundial asentado en la nada o en el relativismo nos lleva a una nueva situación, en la que para poder defender determinados valores hay que iniciar casi desde cero. Hay que fortalecer la idea de la minoría activa, creativa, con la que tenemos que estar en la vanguardia de esta batalla cultural.