«Unos días antes empezó a dolerme muchísimo la cabeza, pero yo sólo pensaba en el Tour, en prepararme bien para mi debut. Así que había una carrera de dos días en Madrid y fui a correr. El segundo día, en Guadarrama, antes de subir Navacerrada, empecé a sentirme muy mal, con un dolor de cabeza terrible. Me senté en la cuneta de la carretera y me retiré. Seguí con el dolor de cabeza, pero yo estaba cegado por mi ilusión de debutar en el Tour y sin atender a las señales de mi cuerpo me fui a correr la Vuelta a Asturias unos días después. El primer día sentí mucho frío, me abrigué muchísimo.
Recuerdo que había muchos cortes en la carrera y mi equipo tenía que tirar en cabeza. Me puse a tirar y no me acuerdo de más. Luego me dijeron que me caí de la bici, que en el suelo empecé a sufrir convulsiones, que los médicos vieron que era un coágulo pero que sospechaban que me lo había producido la caída. Yo me miraba los nudillos, pelados y pensaba que no, que no me había dado en la cabeza. Unos días después se repitió el episodio cuando estaba en casa. En el hospital Ramón y Cajal descubrieron que tenía un cavernoma. Una malformación congénita. ‘O te operas, que es arriesgado, o te pasas la vida dependiendo de los demás’.
Aquí es cuando te das cuenta de que la bici, aunque era el sueño de mi vida, es algo secundario. Tuve la suerte de que la operación salió bien. O quizás es que yo tenía muchas ganas de que saliera bien. Me recuperé bastante bien y el 27 de noviembre, cinco meses más tarde de aquella caída en Asturias, gané la carrera de mi vida: volví a montar en bici. No sé qué día he ganado los Tours, el Giro o la Vuelta, pero esa fecha no se me olvida. Mes y medio después gané la etapa reina de la Vuelta a Australia. Es una victoria modesta, pero para mí sigue siendo la más importante de toda mi carrera deportiva. Si yo no hubiera pasado por esta enfermedad, no hubiera conseguido probablemente los éxitos posteriores. Puede chocar, pero aprendes a distinguir lo que es importante de lo que no lo es”
Contador quiero compartir con los lectores de Sport Life la lección que aprendió en sus propias carnes: “Un segundo en el deporte y en el ictus puede llevarte o no al éxito y está claro que la vida es mucho más importante que ganar el Tour. Al mínimo síntoma hay que acudir al hospital porque cada segundo que pase en un ictus puede agravar todavía más la situación”.
Y, antes de despedirse, Alberto Contador quiere volver a hacer su agradecimiento especial a “al doctor Luis Manzano y la doctora Aurora Martínez Rodrigo y todo el equipo médico que aquellos días me salvaron la vida”.