Después de pasar por tremendas aventuras en un mundo lleno de luchas de poder, traiciones familiares, caminantes blancos venidos del más allá y dragones llameantes, la vida de cualquiera puede cambiar mucho. Sobre todo, si ese mundo mágico y medieval es una serie de éxito global como Juego de Tronos, de la que ya llega su última temporada.
Por supuesto, en el plano profesional la exposición en una serie de tal envergadura abre muchas puertas y eso le ha pasado a muchos de sus protagonistas. Pero en el transcurso de una serie longeva también ocurren cosas en el ámbito personal. Una muy bonita: el actor John Bradley (que encarna al personaje Samwell Tarly) encontró el amor con una periodista que le entrevistaba a cuenta de su participación en la serie. Otras circunstancias no fueron tan felices: la actriz Emilia Clark (que interpreta a la revolucionaria líder, madre de dragones, Daenerys Targaryen) sufrió dos aneurismas durante los rodajes, como reveló en un relato en primera persona en la revista estadounidense The New Yorker. En ocasiones tuvo que lidiar con el duro ritmo de promoción de la serie a base de morfina.
El salto a la fama, aunque deseado por tantos, puede resultar muy duro (¿por qué perseguimos tanto el éxito si la gente exitosa está triste?), como reveló Kit Harington (Jon Nieve) a este periódico: durante los rodajes empezó a sentir la presión de ser el centro de atención y tener que dar lo mejor de sí mismo, algo que recuerda al síndrome psicológico del impostor: “La serie empezaba a hacerse muy grande y yo estaba muy obsesionado con lo que la gente pensaba de mí. Necesitaba saber todo el rato qué opinaban los demás”, declaró. Fue a terapia en busca de paz y de guía. Lo peor, cuenta, llegó al final de la sexta temporada cuyo final gravitaba sobre su personaje: “Toda mi vida pendía del suspense del capítulo final. Fue una sensación muy desagradable. ¿He llegado a odiar a Jon Nieve? No, a veces me ha frustrado y otras me ha preocupado, pero odiarle nunca, al revés, ¡le quiero!”.
La pérfida Cersei Lannister, por mala que sea, se lo toma con más calma. Vive en Londres pero frecuenta una casa de campo, un jubiloso refugio, según relata al diario británico The Times. Es de los protagonistas de Juego de Tronos que en menos proyectos se ha embarcado tras el asalto a los cielos. “¡Evidentemente, porque soy madre!”, explica la actriz que la encarna, la británica Lena Headey, famosa también por sus tatuajes. Debido al alto ingreso que proporciona la serie ha podido trabajar y criar dos bebés al tiempo. “Tengo más oportunidades de trabajo, eso sí. Mi forma de escapar es instalarme en mi propia realidad: mis hijos, el sofá, jugar y hacer la cena que no se comen”.
La fama en el caso de Peter Dinklage cobra una dimensión especial. Mide 1,37 (sufre acondroplasia), es un hombre de baja estatura física que interpreta a un personaje, Tyrion Lannister, de alta estatura moral. Debido a su condición física le resulta más difícil pasar desapercibido ahora es que famoso en el todo el orbe terrestre, como relató a The New York Times. La gente se le arrima y, sin mediar palabra, se saca una selfi: “Muchas veces no quieren conocerte, solo una prueba de que te conocieron”, dijo. El problema diametralmente opuesto lo sufre su compañero Kristian Nairn (que interpreta a Hodor) debido a su gran envergadura. “No me puedo esconder”, le dijo a The Guardian. Mide más de dos metros.
Precisamente en el diario británico The Guardian varios de los protagonistas de Juego de Tronos han relatado qué ha supuesto para ellos el éxito de la serie. Cuentan que Isaac Hempstead-Wright (interpreta a Bran Stark), el niño al que hemos visto crecer a través de las temporadas (como a Ricardo Gómez en Cuéntame), planea retomar sus estudios universitarios relacionados con la neurociencia: no sabemos si su extraña condición mental de vidente en la serie ha influido en sus intereses.
Carice Van Houten (que interpreta a la sacerdotisa roja Melisandre, cuyo tenebroso lema es “La noche es oscura y llena de terrores”) se ha casado con el actor australiano Guy Pearce, con el que coincidió en el rodaje de Brimstone, ha tenido un hijo y ha cumplido su sueño de cuando llegó a Los Ángeles, un sueño bastante común y comprensible: aparecer en un capítulo de Los Simpson.