Un ataque de EE UU contra grupos proiraníes en Irak desata una ola de indignación

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Al menos 25 combatientes iraquíes murieron en la noche del domingo en la frontera sirio-iraquí en bombardeos de represalia del Ejército estadounidense contra una facción proiraní a la que acusa de atentar en repetidas ocasiones contra intereses norteamericanos en Irak. El ataque ha provocado este lunes una ola de indignación en el país árabe y dejado en segundo plano la rebelión espontánea contra la clase política y su principal mentor, Irán, reavivando también el sentimiento contra la presencia estadounidense.

Ante los múltiples ataques contra sus intereses en Irak —no reivindicados pero que para Washington son obra de facciones proiraníes—, Estados Unidos había prometido recientemente una respuesta firme. El detonante último fue el asesinato de un contratista norteamericano, la semana pasada.

Irán considera que estos ataques muestran “el apoyo al terrorismo” de Washington porque las Brigadas de Hezbolá —la facción que fue blanco del ataque el domingo por la noche— forman parte de Hashd Al Shaabi, o Fuerzas de Movilización Popular (FMP), una coalición de milicias —muchas de ellas apoyadas por Irán— formada para luchar contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas) y que ahora está integrada en las fuerzas de seguridad iraquíes.

Un alto cargo de las FMP ha advertido este lunes que el grupo dará una “dura respuesta” al bombardeo estadounidense. En un comunicado recogido por la cadena de televisión iraquí Al Sumaria, el número dos del grupo, Yamal Yaafar Ibrahimi, conocido como Abú Mahdi al Muhandis, ha sostenido que “la sangre de los mártires y heridos no será derramada en vano”.

Abú Mahdi al Muhandis es un importante aliado de Teherán en Irak y el antiguo líder de las Brigadas de Hezbolá, grupo que fundó en 2003 en respuesta a la invasión de las tropas estadounidenses.

El Gobierno dimisionario iraquí, reunido en un consejo de seguridad de urgencia, ha manifestado este lunes que se ve forzado a “revisar sus relaciones” con EEUU. “Las fuerzas norteamericanas han actuado en función de sus prioridades políticas y no las de los iraquíes”, ha denunciado mediante un comunicado. Tales ataques “violan la soberanía de Irak” y “contravienen las reglas de combate de la coalición internacional” presente en Irak bajo mandato estadounidense para luchar contra los yihadistas.

El principal clérigo chií de Irak, el ayatolá Alí al Sistani, ha recalcado que “es necesario respetar la soberanía iraquí y no violarla bajo el pretexto de responder a las prácticas ilegales de algunas partes [las milicias]”, antes de agregar que “solo las autoridades iraquíes pueden hacer frente a estas prácticas y tomar medidas para evitarlas”. El ayatolá pidió al Gobierno que impida que el país se convierta en el escenario interpuesto de un conflicto entre potencias regionales e internacionales.

Los ataques estadounidenses, cerca de Al Qaim, localidad iraquí fronteriza con Siria, donde las Brigadas de Hezbolá combaten con el régimen de Bachar el Asad, han provocado “25 muertos y 51 heridos (entre combatientes y comandantes), y el balance podría aumentar”, han indicado este lunes las Fuerzas de Movilización Popular.

Los bombardeos estadounidenses se centraron en bases y depósitos de armas de las Brigadas en la frontera entre Irak y Siria, según el portavoz del Pentágono, Jonathan Hoffman. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, calificó los ataques de exitosos y no descartó nuevas acciones.

El secretario estadounidense de Estado, Mike Pompeo, señaló que Washington “no aceptará que la República Islámica de Irán realice acciones que pongan en peligro a hombres y mujeres estadounidenses”.

Otra facción proiraní, Asaib Ahl Al Haq, uno de los grupos armados más poderosos de Irak y cuyos responsables han sido recientemente objeto de sanciones por parte de Washington, afirmó que “la presencia militar estadounidense se ha convertido en un lastre para el Estado iraquí y, sobre todo, en una fuente de amenazas”. “Ahora es imperativo hacer lo que sea para expulsarles por todos los medios legítimos”, indicó en un comunicado el grupo.

El número dos del Parlamento, del movimiento del líder chií Muqtada al Sadr, pidió al Estado que “adopte las medidas necesarias” ante los ataques, al igual que la poderosa organización Badr, otro grupo armado proiraní.

Varios diputados han pedido además denunciar el acuerdo irako-estadounidense que autoriza la presencia de tropas de Washington en Irak. Muchos políticos iraquíes consideran una “amenaza” la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en su territorio.

Desde el 28 de octubre ha habido once ataques contra bases militares iraquíes que acogen a soldados o diplomáticos estadounidenses. Algunos alcanzaron las inmediaciones de la Embajada de Estados Unidos en Bagdad. Un militar iraquí murió y varios resultaron heridos en los diez primeros ataques. En el undécimo, el viernes, falleció el contratista estadounidense.

Los ataques contra intereses estadounidenses o bases proiraníes reavivan el temor de que Estados Unidos e Irán conviertan Irak en campo de batalla. En los últimos Irán ha reforzado su influencia en Irak en detrimento de Washington, coincidiendo con una revuelta sin precedentes contra el poder. Tras la dimisión del Gobierno iraquí hace casi un mes, Irán y sus aliados en Irak tratan de imponer a uno de sus hombres como primer ministro.

La frustración de la población alimenta desde octubre una ola de protestas y revueltas que se ha cobrado la vida de al menos 460 personas, además de 25.000 heridos. Los manifestantes critican a las autoridades y a Irán y han paralizado las administraciones y las escuelas en casi todas las ciudades del sur del país.

Desde el sábado consiguieron incluso interrumpir por primera vez en tres meses la actividad del campo petrolífero de Nasiriya, en el sur, que produce 82.000 barriles de crudo al día. Las operaciones se han reanudado este lunes.