El lunes 4 de marzo, cinco días después de sufrir un derrame cerebral en su casa de Los Ángeles, moría en California el actor Luke Perry, el eterno ídolo juvenil Dylan McKay de la serie Sensación de vivir (Beverly Hills 90210). Su representante comunicaba en una escueta nota que el intérprete, de apenas 52 años, había fallecido en el hospital Saint Joseph de Burbank rodeado de su familia: su madre y su padrastro, sus hermanos, su exmujer, sus hijos y su reciente prometida. Pero, hasta entonces, poco se sabía de esa familia tan discreta como el propio Perry.
Pese a convertirse en estrella mundial e icono adolescente a los 24 años y durante toda una década (la serie que le lanzó al estrellato duró exactamente 10 años, de 1990 a 2000), la vida de Coy Luther Perry III —su nombre completo— pasó desapercibida para el gran público. Su existencia fue como su carrera: fulgurante, intensa y discreta. Cuando apenas tenía 14 años, su padre, Coy, falleció de un ataque al corazón. Con él mantenía una unión complicada, tal y como contó en una entrevista con la revista People en noviembre de 1991, cuando empezó a protagonizar portadas. «Solía amargarme por ello, pero ya no. No merece la pena que pierda el tiempo», explicaba entonces acerca de su relación con él. Sin entrar en más detalles, afirmaba que lo suyo era «un choque de personalidades» y aseguraba: «No me gusta nadie que le haga daño a mi madre».
De ahí que fuera tan buena su relación con su padrastro, Steve, el hombre que se casó con su madre, Ann, y que le crio a él y a sus hermanos, Tom y Amy, desde que ela ctor tenía 12 años. Este constructor era «el mejor hombre» que Perry había conocido, tal y como aseguraba él mismo. «Le quiero. Ojalá hubiera sido mi padre. Fue quien me enseñó las cosas importantes que necesitaba saber para ser un hombre», explicaba la incipiente estrella a principios de los años noventa.
La importancia del rol paterno quedó grabada a fuego en Perry. Él decidió ser mejor en esa faceta que su propio padre y lo aplicó a sus hijos. El actor se casó en noviembre de 1993, en plena ola de éxito, con Rachel Sharp, apodada Minnie. Él tenía 27 años y ella, vendedora de muebles y completamente ajena al mundo de la interpretación, 24. Se habían conocido dos años antes: ella le había mandado un sujetador por correo.
Luke y Minnie contraían matrimonio el 20 de noviembre de 1994 en el lujoso hotel Four Seasons de Beverly Hills entre sus familiares y amigos, apenas 50 invitados que comieron pescado y bebieron champán y entre los que se encontraban buena parte de sus compañeros de Sensación de vivir, con los que tanto en aquellos tiempos como ahora mantenía una excelente relación. Hasta entonces solo se le había conocido una novia, la también actriz Yasmine Bleeth, conocida por su personaje de Caroline en Los vigilantes de la playa.
Además de convivir con tres cerdos vietnamitas, el matrimonio tuvo dos hijos: Jack, ahora de 21 años, y Sophie, de 18. El divorcio llegó en 2003. Perry y Sharp se separaron de forma amistosa; de hecho, su exmujer estuvo presente en los últimos momentos del actor junto a sus hijos. Entonces ambos decidieron mantener la custodia compartida de los pequeños y Perry fue durante toda la infancia de sus hijos un padre muy presente. «Siempre iba a las funciones de los chicos. Le encantaba hacer planes con ellos y estar ahí. Estaba muy orgulloso de todo lo que conseguían», explicaba ayer una fuente a People.