Sin fisuras, con paciencia primero y con la estaca después, Rafael Nadal superó lo que definía dos días atrás como “duro” escollo, que en realidad le resistió siete juegos. No más. Diego Schwartzman trató de buscarle las cosquillas durante algo más de media hora, pero se rindió a la versión rocosa del balear, que alcanzó los octavos de Indian Wells sin necesidad de hacer florituras. Bien pertrechado, resolutivo y sin hacer una sola concesión, Nadal resolvió el pase (6-3 y 6-1, en 1h 15m) con un argumentario irreprochable: no brindó una sola opción de rotura a su rival y fijó índices muy interesantes con el servicio. De nuevo, intacto.
Otra buena puesta en escena, pues, acompañada de una sorpresa en el duelo paralelo que decidía su próximo adversario. Será el serbio Filip Krajinovic, quien se deshizo contra pronóstico del prometedor Daniil Medvedev (6-3 y 6-2). “Será duro, seguro”, repitió el de Manacor, al que esta vez no le falló el reloj, como ocurriera en el estreno. “Creo que he jugado un encuentro muy sólido. He hecho muchas cosas bien”, valoró.
Entonado y sobre alerta, porque Schwartzman es de esos tenistas que no se arruga nunca y guerrea en cualquier circunstancia, Nadal cocinó el primer break a fuego lento, hasta que su derecha pendular comenzó a mellar el explosivo reprís del argentino. Demarró a la que flaqueó un poco El Peque (1,60 precisa la ATP, aunque la realidad seguramente prescinda de algún centímetro) y llevó el partido al terreno que pretendía, dominando en el peloteo y encadenando ocho juegos consecutivos entre la primera rotura y el 4-1 del segundo parcial.
Apoyado en el rendimiento notable de su saque –81% de puntos con primeros y 69% con segundos–, volvió a marcar jerarquía ante su amigo Schwartzman, el insurrecto que rema y rema en los cruces particulares, pero que siempre obtiene el mismo resultado. Son siete de siete ya; puño de hierro ante el correcaminos bonaerense, también en el desierto californiano. Escenario que perdió, para sorpresa de todo el mundo, al rey Novak Djokovic. El balcánico cedió (doble 6-4, en 1h 39m) contra el veterano Philipp Kohlschreiber, que no le batía desde 2009.
“No disfruto perdiendo, nadie lo hace, en especial en un torneo como este en el que he tenido tanto éxito en el pasado”, expuso Nole, que no etuvo fino en ningún momento y perdió el temple, y lo pagó con su raqueta; una vez más, ko técnico de la herramienta. “Pensaba que estaba en buena forma. Estaba entrenándome bien, pero es uno de esos días que simplemente ocurren y debes lidiar con ello”, agregó el número uno, apeado como también lo fue la gobernanta del circuito femenino y defensora del título, Naomi Osaka: 6-3 y 6-1 (en 66 minutos) con Belinda Bencic. El mismo camino siguió la rumana Simona Halep, eliminada por Marketa Vondousova (6-2, 3-6 y 6-2).
Garbiñe se repone y Federer avanza
Antes, bajo el duro sol del mediodía en el Valle de Coachella, Garbiñe Muguruza logró una victoria de mérito frente a la holandesa Kiki Bertens, siete del mundo: 5-7, 6-1 y 6-4 (en 2h 25m). Necesitada de estímulo de partidos y ritmo de partidos, por fin parece enderezarse la hispano-venezolana, que resolvió un cruce de máxima exigencia ante una rival siempre áspera. Enlazó de este modo su segundo triunfo consecutivo contra una top-10 –hay que remontarse a 2017 para dar con el mismo registro–, toda vez que Serena Williams gripó físicamente en la ronda anterior.
“Es lo que estoy buscando. Gané otra oportunidad de jugar otro partido y seguir avanzando y avanzando. Eso es lo que quiero: jugar muchos partidos, enfrentarme a las mejores y mantener un buen nivel”, afirmó Muguruza, a la que le aguarda la canadiense Bianca Andreescu (7-5 y 6-2 a Qiang Wang). Mientras, tampoco falló Roger Federer. El ganador de 20 grandes –y con un expediente de trofeos ya centenario– superó a su compatriota Stan Wawrinka (6-3 y 6-4) y se batirá en los octavos con el británico Kyle Edmund (doble 6-3 a Radu Albot).