Los grupos. Ah, los grupos… Los había de música o los electrógenos, pero desde la llegada de Whatsapp han cobrado una dimensión distinta. Y ahora, el propietario de este servicio de mensajería puede estar confiando su futuro a esta herramienta.
Hace un año y medio, Condé Nast Traveler llevó a cabo una estrategia algo inusual en el universo de los social media: en vez de atraer nuevos seguidores con promociones o estrategias variopintas, no solo cerró el grupo Women Who Travel Facebook Group, sino que para aceptar la admisión obligó a rellenar un cuestionario. Hoy en día, este grupo cuenta con más de 126.000 participantes cualificados. Otras publicaciones del grupo como The New Yorker, Vanity Fair, Allure, BRIDES, Golf Digest o SELF han repetido el experimento.
Facebook cuenta con unos 1.400 millones de usuarios que utilizan al menos uno de las decenas de millones de grupos que existen en su comunidad. El año anterior, esa cifra ‘apenas’ ascendía a 1.000 millones. De todos estos usuarios, al menos 200 millones pertenecen a lo que la compañía califica de grupos con significado (meaningful groups). Más allá de las cifras, este dato resulta clave para la compañía de Mark Zuckerberg: en ellos puede radicar una de las patas de la sostenibilidad de este mastodóndico servicio.
El fundador y principal ejecutivo de la compañía, de hecho, ha elevado a los grupos a la categoría de “un principio organizativo para buena parte de la actividad en la aplicación”, como dijo en la llamada de ganancias de Facebook el mes pasado, en las que la compañía logró desafiar las incertidumbres que pesan sobre su negocio y ha impulsado un 62% su beneficio en el último trimestre de 2018 hasta 6.880 millones de dólares.
Los grupos, públicos o privados, han ayudado a organizar mítines, a mantener en contacto a amigos de larga distancia y a unir a personas con pasiones similares para, por ejemplo, la caridad, amantes de los Beatles (o de Andy y Lucas) el ciclismo o los memes de ultraderecha. Y no solo eso. Los grupos, sobre todo los cerrados, contribuyen a una sensación de privacidad que no se da en los muros abiertos. Incluso cuando estos cuentan con decenas de miles de usuarios. Algo aún más cierto cuando se trata de grupos secretos, que no se pueden encontrar a través de la herramienta de búsqueda de Facebook.
La ciencia lo confirma: la amistad tiene un límite
Los cambios en el algoritmo que Facebook implantó en 2017 provocaron que viésemos cada vez más publicaciones de amigos y de grupos y menos de compañías y marcas. “La intención de la compañía es la de que las marcas graviten hacia los grupos”, aseguró recientemente Ryan Holmes, fundador y CEO of Hootsuite. Y por eso, las compañías ya pueden moderar sus propios gruipos, algo antiguamente reservado a perfiles personales. El propio Holmes ve en los grupos el futuro de las redes sociales.
Evidentemente, los grupos no son inmunes al discurso de odio, a la propaganda rusa y a otros contenidos de dudosa procedencia que abundan en la columna de noticias de Facebook. Los grupos, sin embargo, cuentan con una vigilancia más activa por parte de sus propios miembros o tienen mayores niveles de curación, lo que puede convertirlos en una alternativa a la cacofonía imperante creada por los miles de millones de usuarios.
Si ya era una tarea urgente antes, el crecimiento de los grupos hace aún más relevante la necesidad de controlar a spammers, manipuladores y hackers de todo pelaje y evitar que puedan explotar su auge para difundir desinformación y teorías conspirativas. El último caso que ha saltado a la opinión pública ha sido el de un grupo francés conocido como Liga de LOL cuyos miembros (hombres todos) utilizaron entre 2009 y 2013 las redes sociales, sobre todo Twitter, para realizar campañas de ciberacoso contra colegas mujeres y feministas.
Facebook cumple 15 años convertido en un controvertido gigante
Jonathan Albright, director de investigación en Columbia, asegura que los grupos de Facebook representan “la principal amenaza a corto plazo para las noticias electorales y la integridad” de la información. “Incluso los grupos más benignos pueden ser fácilmente manipulados por personas con agendas oscuras”, asegura a Bloomberg Renee DiResta, director de investigación de New Knowledge, una compañía de seguridad.
Mientras tanto, los grupos están logrando lo que parecía imposible: mantener a usuarios por debajo de los 25 años. Y a salvo de las miradas de sus padres.