Cuando el presidente Joe Biden convino el otoño pasado en que se celebraran pláticas para preparar legislación fronteriza, los estrategas demócratas esperaban que llegar a un acuerdo les pusiera fin a los debates sobre este tema en su campaña por la reelección.
Pero con el colapso el miércoles del convenio bipartidista sobre inmigración derivado de esas negociaciones a manos del expresidente Donald Trump, Biden obtuvo otro resultado: alguien a quien culpar.
La crisis en la zona suroeste de la frontera ha sido uno de los retos más complicados de la presidencia de Biden, uno que ha desafiado sus propuestas de política pública y agotado el apoyo de la gente. En vista de que cifras récord de migrantes cruzan ilícitamente hacia el país, el presidente está bajo enorme presión de demócratas y republicanos por igual para que tome medidas más decididas.
Durante tres años, Biden batalló para ofrecerles a los electores una respuesta convincente a la interrogante de por qué bajo su mando se ha generado una crisis de tales proporciones en la frontera. Ha evitado todo lo posible hablar en público del asunto y prefiere concentrar su mensaje en otras prioridades. Para su fortuna, la intervención de Trump para persuadir a los republicanos del Congreso de desechar el acuerdo fronterizo que ellos mismos exigieron por fin le ha dado a Biden la oportunidad de cambiar de la defensiva a la ofensiva.
“El pueblo estadounidense va a saber por qué fracasó”, declaró en un discurso televisado en la Casa Blanca. “Pondré este tema a consideración del país y los electores sabrán que no es solo un instante… justo cuando íbamos a resguardar la frontera y financiar otros programas, Trump y los republicanos que respaldan el movimiento MAGA dijeron que no porque le tienen miedo a Donald Trump.
“Todos los días entre hoy y noviembre”, añadió, “el pueblo estadounidense sabrá que la única razón por la que no está resguardada la frontera es Donald Trump y sus amigos republicanos del movimiento MAGA”.
Peter Baker
jue, 8 de febrero de 2024, 3:11 p. m. EST·7 min de lectura
El presidente Joe Biden se dirige al público durante un evento de campaña en el Pearson Community Center en Las Vegas, el domingo 4 de febrero de 2024. (Haiyun Jiang/The New York Times)
El presidente Joe Biden se dirige al público durante un evento de campaña en el Pearson Community Center en Las Vegas, el domingo 4 de febrero de 2024. (Haiyun Jiang/The New York Times)
WASHINGTON — Cuando el presidente Joe Biden convino el otoño pasado en que se celebraran pláticas para preparar legislación fronteriza, los estrategas demócratas esperaban que llegar a un acuerdo les pusiera fin a los debates sobre este tema en su campaña por la reelección.
Pero con el colapso el miércoles del convenio bipartidista sobre inmigración derivado de esas negociaciones a manos del expresidente Donald Trump, Biden obtuvo otro resultado: alguien a quien culpar.
La crisis en la zona suroeste de la frontera ha sido uno de los retos más complicados de la presidencia de Biden, uno que ha desafiado sus propuestas de política pública y agotado el apoyo de la gente. En vista de que cifras récord de migrantes cruzan ilícitamente hacia el país, el presidente está bajo enorme presión de demócratas y republicanos por igual para que tome medidas más decididas.
Durante tres años, Biden batalló para ofrecerles a los electores una respuesta convincente a la interrogante de por qué bajo su mando se ha generado una crisis de tales proporciones en la frontera. Ha evitado todo lo posible hablar en público del asunto y prefiere concentrar su mensaje en otras prioridades. Para su fortuna, la intervención de Trump para persuadir a los republicanos del Congreso de desechar el acuerdo fronterizo que ellos mismos exigieron por fin le ha dado a Biden la oportunidad de cambiar de la defensiva a la ofensiva.
“El pueblo estadounidense va a saber por qué fracasó”, declaró en un discurso televisado en la Casa Blanca. “Pondré este tema a consideración del país y los electores sabrán que no es solo un instante… justo cuando íbamos a resguardar la frontera y financiar otros programas, Trump y los republicanos que respaldan el movimiento MAGA dijeron que no porque le tienen miedo a Donald Trump.
“Todos los días entre hoy y noviembre”, añadió, “el pueblo estadounidense sabrá que la única razón por la que no está resguardada la frontera es Donald Trump y sus amigos republicanos del movimiento MAGA”.
El presidente Joe Biden camina del Despacho Oval por los jardines del sur de la Casa Blanca para abandonar el lugar en el Marine One en Washington, el miércoles 7 de febrero de 2024. (Pete Marovich/The New York Times)
El presidente Joe Biden camina del Despacho Oval por los jardines del sur de la Casa Blanca para abandonar el lugar en el Marine One en Washington, el miércoles 7 de febrero de 2024. (Pete Marovich/The New York Times)
Trump y sus aliados se burlaron de la idea de que Biden pueda lavarse las manos tras tres años de intentar resguardar la frontera sin éxito.
“Joe Biden culpa al presidente Trump de la crisis que el propio Biden creó en la frontera”, señaló Karoline Leavitt, vocera del expresidente. “Es una mentira patética y descarada, pero el pueblo estadounidense conoce la verdad, que las políticas del presidente Trump crearon la frontera más segura en la historia de Estados Unidos y Joe Biden las revirtió”.
A ejemplo del expresidente, el miércoles los republicanos del Senado enterraron el acuerdo en una votación del pleno, argumentando que lo consideran inadecuado. Para su desgracia, los resultados de la semana no fueron todos positivos, pues la votación ocurrió solo un día después de que los republicanos de la Cámara de Representantes se quedaron a un voto de aprobar el juicio político contra Alejandro Mayorkas, el secretario de seguridad nacional, porque, en su opinión, no ha conseguido salvaguardar la frontera, un embarazoso traspié para el Partido Republicano.
La frontera ha sido uno de los temas menos propicios para Biden. Los cruces ilegales se dispararon desde que asumió el cargo, de 73.944 registrados en diciembre de 2020 justo antes de su toma de posesión a 302.034 en diciembre pasado. Incluso gobernadores y alcaldes de estados lejanos, como Nueva York e Illinois, han sonado la alarma por la carga que este fenómeno les impone a sus comunidades.
Ahora, el 45 por ciento de los estadounidenses consideran que la situación en la frontera es “una crisis” (un aumento de ocho puntos porcentuales con respecto a la primavera pasada) y otro 30 por ciento piensa que la situación es “muy seria”, según una encuesta de CBS News y YouGov realizada el mes pasado. Un estudio dado a conocer el miércoles por PBS NewsHour, NPR y Marist reveló que solo el 29 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo con el liderazgo de Biden en este tema y cada vez más demócratas e independientes expresan su preocupación.
En meros términos políticos, quizá Biden no tenía ninguna probabilidad de superar a su opositor entre los votantes que le dan gran importancia a la inmigración ilegal, el tema insignia de Trump desde la época en que dirigía a las multitudes en el canto de la consigna “hay que construir el muro” en 2016.
Pero en términos de estrategia de reelección, los trabajadores demócratas creían que Biden solo necesitaba evitar que la inmigración socavara su apoyo entre los votantes péndulo, los cuales se ven afectados por el mayor número de migrantes que ingresan ilegalmente, sin aislar a los progresistas que están decepcionados porque no ha hecho más para revertir las políticas de la época de Trump.
Una señal de cuánto han cambiado las políticas en este tema en años recientes fue que Biden adoptó el acuerdo bipartidista negociado por los senadores James Lankford, republicano de Oklahoma; Christopher Murphy, demócrata de Connecticut, y Kyrsten Sinema, demócrata de Arizona convertida en independiente.
La legislación estaba diseñada con el propósito de hacer más estrictas las reglas aplicables a los solicitantes de asilo, ampliar las instalaciones de detención, contratar a más agentes fronterizos, agilizar el proceso para enviar de vuelta a los migrantes que no cumplen los requisitos e incluso aplicar cierres temporales de la frontera en horas pico. Por desgracia, no incluía ninguna de las disposiciones distintivas que los demócratas habían pedido desde hace tiempo para la legislación integral de inmigración, como una ruta para que quienes ya están en el país obtengan la ciudadanía o protecciones para los inmigrantes más jóvenes que llegaron al país en su niñez.
Trump dejó claro que no consideraba el acuerdo una solución, sino una amenaza a su campaña para recuperar la presidencia. “Este proyecto de ley es un gran regalo para los demócratas, pero es suicida para el Partido Republicano”, escribió en las redes sociales esta semana. “Toma el HORRIBLE TRABAJO que han hecho los demócratas en los temas de inmigración y la frontera, los absuelve y les asigna toda la responsabilidad a los republicanos. ¡¡¡Habrá que ser IDIOTA!!!”
La Casa Blanca se apresuró a presentar el asunto desde otra perspectiva: el obstruccionista Trump intimidó a los republicanos para que le dieran la espalda a un acuerdo que cuenta con el respaldo de instituciones conservadoras, como el sindicato de la Patrulla Fronteriza que ha apoyado a Trump en el pasado. “¿Los republicanos de la Cámara de Representantes votarán con la Patrulla Fronteriza para salvaguardar la frontera o con Donald Trump para tener más fentanilo?”, fue la pregunta que planteó la Casa Blanca en un memorando enviado a la prensa.
El cambio fue bien recibido por los demócratas que se preparan para una contienda cerrada.
“Hasta hace muy poco, la frontera era casi exclusivamente el problema del presidente Biden”, afirmó Geoffrey Garin, encuestador demócrata. “Pero ahora que los republicanos bloquearon una ley bipartidista sólida, también lo convirtieron en su problema”.
No obstante, los críticos de Biden dudan de que pueda sacudirse la culpa después de tanto tiempo. Enfatizaron que, durante gran parte de su presidencia, el presidente y sus aliados se han resistido siquiera a admitir que hay una crisis, así que ahora se ve mal que cambien de táctica y digan que sí hay una crisis y que es culpa de Trump.
“Me parece descaradamente absurdo”, opinó Mark S. Krikorian, director ejecutivo del Centro de Estudios Migratorios y uno de los principales promotores de políticas más estrictas. “Obviamente, los partidarios de Biden se aferrarán a esa narrativa y los partidarios de Trump se mofarán de ella. Lo interesante será ver si las personas que no entran en ninguno de esos grupos les creen. Me parece difícil que alguien se los crea. ¿Después de tres años?”.
Lo cierto es que las elecciones giran en torno a las narrativas. Durante tres años, los republicanos tuvieron una historia clara en el tema de la frontera: Biden, por mera incompetencia o con toda intención, abrió las puertas. Ahora, el presidente puede presentar una narrativa que afirma lo contrario: independientemente de lo que haya pasado antes, por lo menos él quería arreglar el problema, algo que a Trump no le interesa. Los próximos nueve meses serán cruciales para demostrar cuál de las dos es más persuasiva.