China, primera potencia comercial del planeta, se resiente de la paulatina desaceleración mundial y la guerra arancelaria con Estados Unidos. En febrero, los intercambios de mercancías con el extranjero cayeron un 9,4% interanual, arrastrados por el desplome de las exportaciones y particularmente los intercambios con Estados Unidos. Los datos macroeconómicos de los dos primeros meses del año son tradicionalmente poco fiables por las distorsiones que provocan las vacaciones del Año Nuevo Lunar, pero indican una tendencia a la baja del comercio chino que contribuye a la preocupación sobre la salud de la economía global.
Las ventas del país al exterior se desplomaron en febrero un 16,6% hasta los 922.760 millones de yuanes (unos 122.600 millones de euros), mientras que las compras registraron un descenso mucho más leve, del 0,3%, y se situaron en 888.300 millones de yuanes (132.200 millones de euros), según datos publicados este viernes por las aduanas chinas citados por Efe.
Estas cifras tan poco alentadoras compensan un mes de enero que registró un crecimiento súbito provocado por el citado efecto estacional de las vacaciones más largas del año en China. La suma de ambos meses muestra que el comercio exterior chino está estancado, con las exportaciones creciendo un exiguo 0,1% y las importaciones un 1,5%.
El desglose por áreas geográficas da fe del daño que están causando los aranceles cruzados con Estados Unidos. China exportó un 9,9% menos hacia ese país, mientras que las importaciones se hundieron un 32,2% en comparación con los dos primeros meses del 2018, cuando las sucesivas rondas de aranceles aún no habían entrado en vigor. Al caer mucho más las compras desde Estados Unidos que las ventas a ese mercado, China siguió manteniendo un superávit comercial considerable (de unos 38.500 millones de euros), que incluso se expandió un 3,9% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Por el contrario, el comercio exterior entre China y otros grandes bloques como la Unión Europea o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) creció en los dos primeros meses del año un 8,9% y 1,9% interanual, respectivamente.
China y Estados Unidos, según han publicado varios medios estadounidenses, están en la recta final de las negociaciones para firmar un acuerdo a finales de marzo que levante total o parcialmente los aranceles impuestos a los productos de ambos países durante los últimos meses. Las posturas parecen acercarse en cuestiones como la reducción del abultado déficit comercial de Estados Unidos frente al gigante asiático, pero está por ver si Pekín acaba cediendo en algunos asuntos de carácter estructural. Y, finalmente, ver si todo esto será suficiente para Donald Trump, que ha dejado claro que si desde su punto de vista el acuerdo no es “bueno”, no lo aceptará.
En cualquier caso, la firma de un pacto que eliminara los aranceles tampoco revertiría esta tendencia por completo, según el análisis de Julian Evans-Pritchard, economista para China de la consultora Capital Economics: “el pacto proporcionaría un leve impulso a las exportaciones, pero no lo suficiente como para compensar los vientos en contra externos, mucho más amplios”.
La debilidad de las importaciones de China, por otra parte, es otro síntoma de que la actividad económica de la segunda potencia mundial sigue la tendencia a la baja registrada sobre todo a finales de 2018. Las autoridades han aprobado nuevas medidas de estímulo, principalmente rebajas fiscales para consumidores y empresas, con el objetivo de espolear el crecimiento. Lo más probable es que los efectos de estas medidas no se empiecen a notar hasta mediados de año, con lo que Pekín ya ha previsto un crecimiento algo menor para 2019. Si 2018 se cerró con un avance del PIB del 6,6%, la menor expansión en tres décadas, este año está prevista que ésta se sitúe entre el 6% y el 6,5%.