Estados Unidos cerró oficialmente su Consulado General de Jerusalén rebajando el estatus de su principal misión diplomática para los palestinos al fundirla con la Embajada de Estados Unidos ante Israel.
El Consulado General de Jerusalén funcionó durante décadas como la “embajada” de facto para los palestinos. Ahora, esta función será gestionada por la unidad de asuntos palestinos bajo la dirección de la Embajada.
De esta manera la autoridad de los canales diplomáticos de EE.UU. con Cisjordania y Gaza es transferida al embajador David Friedman, considerado un partidario del movimiento de los asentamientos de Judea y Samaria y un duro crítico de la dirigencia palestina.
La Administración norteamericana anunció que la unión de su Consulado con la Embajada que se hace efectiva hoy, lunes, no supone un cambio de política con respecto a la ciudad y otras cuestiones del “estatus final”.
La fusión “no indica un cambio en la política de EE.UU. sobre Jerusalén, Cisjordania o la Franja de Gaza. Como el presidente (Donald Trump) ha declarado, Estados Unidos continúa no adoptando una postura sobre asuntos de estatus final, incluidos los límites o fronteras”, manifestó el portavoz del Departamento de Estado, Robert Palladino.
El vocero añadió que “los límites específicos de la soberanía israelí en Jerusalén están sujetos a negociaciones de estatus final entre las partes. La Administración sigue completamente comprometida con los esfuerzos para lograr una paz duradera y global que ofrezca un futuro brillante a Israel y los palestinos”.
El Departamento de Estado explicó que “esta decisión estuvo motivada por los esfuerzos globales para aumentar la eficiencia y la efectividad nuestras actividades diplomáticas y operaciones”.
La medida, anunciada el 18 de octubre pasado por el secretario de Estado, Mike Pompeo, fue rechazada por los palestinos que sospechan que Washington está reconociendo el control israelí sobre Jerusalén oriental y Cisjordania, territorios que reclaman para su futuro estado.
El alto negociador palestino y secretario general, Saeb Erakat, calificó la medida como el “último clavo en el ataúd” para el role de Estados Unidos como mediador en el proceso de paz.
Se trata de hecho de una rebaja del estatus de la misión que era el principal canal de comunicación entre la Administración estadounidense y la dirigencia palestina y funcionaba de hecho como una embajada de Estados Unidos para los palestinos, y daba cuenta de sus actividades directamente al Departamento de Estado. El cambio implica que deberá informar y dependerá directamente de la Embajada norteamericana ante Israel.
Palladino subrayó que “habrá una continuidad completa en la actividad diplomática de EE.UU. y los servicios consulares durante y después de la fusión”.
“Seguiremos llevando a cabo todas las funciones diplomáticas y consulares desarrolladas previamente por la Embajada de EE.UU. en Jerusalén”, aseguró el portavoz.
Asimismo, “nos embarcaremos también en una amplia gama de informes, divulgación y programación en Cisjordania y la Franja de Gaza, así como con los palestinos en Jerusalén, a través de la Unidad de Asuntos Palestinos de la Embajada de EE.UU., que operará desde nuestra localización histórica en la carretera de Acron, en Jerusalén”, agregó Palladino.
En mayo pasado, Estados Unidos trasladó su embajada a Jerusalén, tras reconocer a la ciudad como la capital de Israel. Los palestinos respondieron rompiendo la mayor parte de sus relaciones con la Administración Trump.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) condenó la unión del Consulado General de Jerusalén con la Embajada de EE.UU. ante Israel, calificándola de “asalto político a los derechos e identidad de los palestinos”.