Gino Tubaro imprime prótesis de mano y las entrega gratuitamente. Melina Masnatta busca cerrar la brecha de género en tecnología. Nicolás Wertheimer acerca soluciones concretas ante la crisis del agua. Delfina Irazusta intenta contribuir a la profesionalización del sector público. Y Agustina Fainguersch promueve la disrupción digital desde Argentina para el mundo. Cada uno desde su lugar busca cambiar el paradigma actual y contribuir a la construcción de una sociedad más justa.
Son cinco jóvenes referentes argentinos que tienen en común la pasión por generar proyectos de impacto. Todos ellos tuvieron una idea que se convirtió en una solución innovadora, la llevaron adelante y vieron sus resultados antes de los 35 años. Todos recibieron reconocimientos internacionales. A estos emprendedores les inquietan los desafíos sociales, culturales y ambientales más acuciantes. Son ambiciosos, persistentes, no se conforman con la sociedad actual y los tiempos de la política los impacienta.
Conociendo la gran demanda de pedidos de prótesis en Argentina, Gino Tubaro y su equipo de Atomic Lab pasaron la segunda mitad de 2018 viajando por todo el país creándolas en la ruta mediante una impresora 3D, que estaba ubicada en la parte de atrás del auto en el que viajaban, alimentada por paneles solares. Además de entregarlas, su intención era conocer las historias y costumbres de cada familia, escucharlos y compartir experiencias. Recorrieron 25.401 kilómetros y repartieron 102 prótesis.
El proyecto de Tubaro comenzó en 2012, cuando tenía 16 años y trabajaba en un bar con impresoras 3D. Por medio de Facebook contactó con él una mamá para contarle que su hijo tenía focomelia —una enfermedad consistente en la ausencia de elementos óseos y musculares en el miembro superior o inferior— y necesitaba una prótesis. A ella se le ocurrió, que quizás se la podía imprimir. “De esta forma, Felipe fue el primero en recibir una prótesis. La mamá nos mandó una foto de su muñón y cuando la tuvimos lista, se la mandamos por correo. Después, ella nos mandó un video de Felipe poniéndose la mano y lo subimos a Internet. Dos días después, nos empezaron a contactar de todos lados. La solución de Felipe pasó a ser una solución para miles de personas”, relata Gino.
Desde 2012 hasta ahora, Atomic Lab entregó 1.050 prótesis, todas gratuitas. Cada una de ellas dura entre seis y ocho meses porque los chicos van creciendo y necesitan cambiarlas. Llegado el momento, vuelven a mandar la foto y desde Atomic Lab se las reponen. “Este es un problema exponencial del proyecto porque si entregás 1.000, en un año volvés a repartir 1.000, sumado a las nuevas manos. La solución que encontré fue la del embajador atómico, es decir, personas que tienen una impresora 3D y están anotadas al proyecto. Hoy son 1.500 y están repartidos en 44 países. Cuando llega un pedido, se lo asignamos al embajador que está más cerca”, explica Tubaro.
El proyecto fue reconocido por el expresidente estadounidense Barack Obama. Gino asegura que esa mención les dio mayor legitimidad y los ayudó a crecer más rápido. De todas formas, el joven cree que los verdaderos cambios se producen cuando son del pueblo para el pueblo. Y no tanto de la política.